La noche del Estadio Nacional se tiñó de ilusión. Perú volvió a ganar, volvió a gritar y volvió a creer.
En su debut como entrenador de la selección absoluta, Óscar Ibáñez dirigió con temple y acierto una victoria que era urgente, tanto por los puntos como por el estado anímico de un país futbolero que no renuncia a su sueño de clasificar al Mundial 2026. La victoria por 3-1 ante Bolivia dejó algo más que tres goles: dejó esperanza.
El primer tanto llegó a los 37 minutos. Andy Polo, quien ha venido mostrando regularidad en su club, aprovechó una buena jugada colectiva para definir con autoridad y romper el cero.
No hubo tiempo para que la visita se recupere, porque Paolo Guerrero, el eterno capitán, apareció al borde del descanso con un remate certero para poner el segundo. Un grito de gol que también supo a desahogo.
Ya en la segunda parte, Bolivia descontó a través de un penal ejecutado por Miguel Terceros. Pero lejos de venirse abajo, Perú supo gestionar el partido, y con el ingreso de Edison Flores encontró el impulso para liquidar el encuentro. El popular ‘Orejas’ cerró la cuenta a los 82’, haciendo vibrar a un Estadio Nacional que volvió a soñar como en las mejores épocas.
Más allá del marcador, lo más destacable fue la actitud. La selección mostró compromiso, velocidad por las bandas, mejor coordinación defensiva y, sobre todo, un juego vertical que no se veía desde hace mucho. Ibáñez, en su primer partido al frente del equipo, se jugó por un once con equilibrio y lo consiguió. Su propuesta no solo resultó efectiva, sino que también conectó emocionalmente con la hinchada.
Con esta victoria, Perú suma tres puntos claves en la fecha 13 de las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial de 2026.